Dios te salve, Reina y Madre
- Manuel López Luna, presidente de la Archicofradía de María Auxiliadora Coronada
Con estas palabras comienza cada mes de mayo en nuestra Archicofradía. Son días que se viven con ilusión y esperanza, cuando cada uno de nosotros deposita a los pies de la Santísima Virgen María Auxiliadora los anhelos más sinceros que guarda en el corazón. Ella escucha lo que, a veces, solo nos atrevemos a contarle en la intimidad de la oración, y sentimos cómo su mirada maternal nos envuelve y consuela.
Mayo es el mes de María. Un tiempo especial en el que nuestros corazones laten al unísono con los de tantos devotos que, como nosotros, confían en su ternura. Es un mes en el que la luz tiene un brillo distinto, donde cada plegaria pronunciada busca su mirada de Madre, corredentora y glorificada, que intercede sin descanso por nosotros, sus hijos. Es y será siempre nuestra Reina, imagen viva de la Iglesia.
En Ella resplandecen todas las virtudes, y en su ejemplo encontramos el camino seguro hacia Cristo
María, durante su vida, fue la discípula perfecta de su Hijo. En Ella resplandecen todas las virtudes, y en su ejemplo encontramos el camino seguro hacia Cristo. La Santa Iglesia la reconoce como modelo y guía fiel para el encuentro con el Señor.
Pero para nuestra comunidad, este mes no es solo tiempo de devoción personal. Es también un regalo que nos permite sentirnos familia. Unidos en la fe y en el amor a María Auxiliadora, descubrimos la alegría de compartir, de comprendernos y de caminar juntos. Aquí nadie está solo, porque todos somos parte de un mismo corazón.
Las celebraciones que vivimos este mes lo demuestran: la fe no es solo palabra, ni idea, ni sentimiento, sino una comunión verdadera con el Padre
Jesús, en la Última Cena, pidió al Padre por la unidad de sus discípulos: “Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros” (Jn 17, 21). Y es esa unidad la que buscamos, la que solo se alcanza cuando nos unimos a Dios y a María, Madre de la Iglesia. Las celebraciones que vivimos este mes lo demuestran: la fe no es solo palabra, ni idea, ni sentimiento, sino una comunión verdadera con el Padre, por medio de Jesucristo, en el Espíritu Santo.
Dios es la roca firme sobre la que se construye la unidad de la Iglesia. Y es también la esperanza que sostiene al mundo. Por eso, el Papa Francisco nos invita, bajo el lema “Spes non confundit” -la esperanza no defrauda-, a prepararnos para el Año Santo Jubilar 2025. Será un tiempo de gracia, reconciliación y misericordia, una oportunidad para ser testigos de esperanza en un mundo herido y dividido.
Vivamos intensamente este mes de mayo como auténticos apóstoles marianos, llevando su devoción a cuantos nos rodean
Queridos hermanos, antes de subir al cielo, Jesús pidió a los Apóstoles que permanecieran juntos, orando con María, en espera del Espíritu Santo (cf. Hch 1,14). Hoy, nosotros, congregados por el amor a María Auxiliadora, estamos llamados a lo mismo. Vivamos intensamente este mes de mayo como auténticos apóstoles marianos, llevando su devoción a cuantos nos rodean. Que Ella nos enseñe a acoger la Palabra en el corazón y a entregarla hecha vida, con la fe sencilla y firme de quienes saben que nunca caminan solos.
Que María Auxiliadora nos proteja y guíe siempre.