Don Bosco, el sueño que nunca se apaga”
José Carlos López Barba, sdb (Coordinador Pastoral Juvenil Salesianos Stma. Trinidad)
- “Don Bosco no solo soñó con los jóvenes: vivió para ellos, luchó por ellos y confió plenamente en su capacidad de soñar“
Para quienes hemos tenido la gracia de encontrarnos con Don Bosco, su persona no es solo el haber estado en un colegio o en un centro juvenil , sino algo más que está en el corazón y que está para siempre. Don Bosco es el amigo cercano que nos enseña a mirar a los jóvenes con los ojos de Dios, con un amor que nunca se cansa, que no juzga, que siempre espera. Don Bosco no solo soñó con los jóvenes: vivió para ellos, luchó por ellos y confió plenamente en su capacidad de soñar. En cada uno veía un proyecto de Dios, una chispa divina esperando encenderse. Para él, no había jóvenes “perdidos”; solo corazones que necesitaban ser escuchados, amados y acompañados.
Don Bosco supo que el verdadero milagro no está en cambiar a los jóvenes desde fuera, sino en ayudarles a descubrir el tesoro que llevan dentro

En un tiempo de profundas crisis sociales y espirituales, cuando muchos veían en los jóvenes un problema, Don Bosco los vio como la solución. Les dio un hogar, no solo con paredes, sino de abrazos. Les ofreció no solo una educación, sino un lugar donde aprender a vivir con dignidad. Les regaló su tiempo, su risa, su fe, su vida entera. Pero lo más maravilloso de Don Bosco no fue solo lo que hizo, sino cómo lo hizo. Su Sistema Preventivo no es solo un método; es una manera de amar. Es acercarse con paciencia, comprender sin juzgar (que ahora “está muy de moda entre los jóvenes”), y estar presente en los momentos más oscuros. Don Bosco supo que el verdadero milagro no está en cambiar a los jóvenes desde fuera, sino en ayudarles a descubrir el tesoro que llevan dentro.
Su sueño no se apaga, porque es el sueño de Dios.

Hoy, su sueño sigue vivo en cada rincón donde hay una casa salesiana, pero también en cada corazón que cree en el poder transformador del amor. Su vida nos desafía a ser valientes, a arriesgarlo todo por los jóvenes, a vivir con ese optimismo que nace de saber que Dios nunca abandona. Don Bosco es más que un santo: es un maestro, un padre, un amigo cercano. Es la sonrisa que anima a seguir adelante, el abrazo que da fuerzas cuando flaqueamos, y la voz que nos recuerda que, mientras haya jóvenes que nos necesiten, nuestro trabajo no ha terminado. Su sueño no se apaga, porque es el sueño de Dios. Y donde hay amor, fe y jóvenes, Don Bosco siempre estará presente, susurrando desde el cielo: “Ama lo que aman los jóvenes, y ellos amarán lo que tú amas.”